EL PODER DE LA TRISTEZA

July 8, 2015   |   2 Comments

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No sé si han notado esto acerca de su práctica de meditación, pero algo que mucha gente advierte es una especie de delicadeza-a su propia experiencia, tal vez, pero también al mundo que te rodea. Hay un sentido de permeabilidad, de caminar por la calle y recibir información de una manera más directa que antes.

Cuando ves un narciso amarillo asomando a través de la tierra dura, te impacta la delicia de la amarillez y te impresiona la frescura. Es algo no conceptual e inmediato.

Cuando ves la mirada de cansancio en el rostro de una vendedora, la fatiga parece filtrarse momentáneamente en tus propios huesos.

Cuando ves una familia reunida en el aeropuerto, brotan lágrimas de alegría en tus propios ojos.

Cuando algo triste te sucede a ti o a alguien a quien amas, lo sientes completamente.

De alguna manera, te estás volviendo a la vez más resiliente y más amable.

Sin estas dos cualidades, no puedes lograr mucho.

No puedes ofrecer tu corazón.

No puedes amar o ser amado.

No puedes conectarte con tu propia creatividad.

No puedes ver los próximos pasos en tu camino único, tu propio destino está borroso.

Para ser un guerrero en este mundo, esta especie de apertura es necesaria. Sin embargo, algo que noté en mi propia práctica es que cuanto más cultivo esta combinación de fortaleza y suavidad (también llamada compasión), más yo, bueno, lloro. Cuando te abres al afuera, todo puede entrar-no sólo lo que deseas y respetas y anhelas, pero también aquello a lo que temes, rechazas y encuentras absolutamente inviable. Cuanto más practiques, más alegría sientes-y más tristeza.

Hace varios años, estaba en un programa para estudiar con mi maestro, Sakyong Mipham Rinpoche. El dio una charla sobre el cultivo de la compasión y luego pidió preguntas. Me levanté y fui hacia el micrófono y, en frente a más de 200 personas, comencé a llorar. Dije, “cuanto más practico meditación, más lloro”, como si fuera necesario decirlo. “Esto no puede ser el efecto deseado. ¿Qué es lo que estoy haciendo mal?” No me podía imaginar a los ejemplos mundiales de la compasión como, digamos, el Dalai Lama, yendo a su cuarto al final del día y sólo llorar. ¿Qué estaba haciendo él que yo no hacía?

Sakyong Mipham me miró con mucha ternura y dijo, “Sabes, algunos de los más grandes meditadores del mundo han llorado mucho.” En ese momento, vi y sentí las lágrimas de aquellos que tengo en la más alta estima, como el Dalai Lama, como Sakong Mipham, y de alguna manera esas lágrimas no significaban que había perdido mi camino, sino que de hecho eran el camino. Descubrir y expresar nuestra más profunda humanidad es inseparable de nuestra capacidad de ser compasivos, sabios y poderosos.

Por eso cuando practicas meditación, por favor trata de recordar que estás cultivando una especie de resiliencia indestructible, la capacidad de volver siempre, siempre, siempre al equilibrio. Por lo tanto puedes permitirte abrirte, más y más. Esto es lo que quiere decir suavidad. Sin fortaleza, tu suavidad es una especie de debilidad y sin suavidad, tu fortaleza es mera agresión. Con suerte, en nuestra práctica, cultivamos ambas simultáneamente.

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2 Comments

  • Posted by:  yaid buitrago

    me intereza seguir estas lecturas

  • Posted by:  BestTahlia

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